En la conferencia del mes de mayo, Juan Manuel Marín Olmos (Lic. en Medicina y Cirugía e Historia), autor del libro ‘Vacunaciones sistemáticas en cuestión’, hizo un breve repaso a la historia de la vacunología desde el siglo XVIII hasta hoy (de la variolización a la vacunación) y que se puede clasificar en las siguientes etapas:
- s. XVIII Variolización (transmisión de la viruela humana con una alta mortalidad y secuelas).
- s. XIX Vacunación (término que viene de vaca. Transmisión de la viruela vacuna).
- s. XX Inmunización activa (provoca que el sistema inmunitario se active en base al reconocimiento y la memoria).
- s. XXI Transgénesis (transmisión de genes microbianos de otros seres vivos para que nuestro organismo fabrique proteínas en base a la información de estos genes y actúen. El problema es que así se provocan enfermedades autoinmunes ya que estas proteínas pueden atacar al propio organismo).
A nivel histórico, Marín recordó también el cambio de paradigma necesario para que las vacunaciones sistemáticas fueran ganando terreno: las revoluciones burguesas para romper con el sistema feudal (en Inglaterra y Francia), la revolución industrial (se pasa de la vida rural a la vida urbana con el hacinamiento que esto conlleva) y la revolución científica (mecanicismo).
En plena revolución industrial, en el siglo XIX, se dan devastadoras epidemias por el hacinamiento en barrios pobres. Los intrusos (bacterias y virus) son vistos como los culpables de dichas epidemias. Y en este contexto, sólo faltaban las teorías de Pasteur y la industria farmacéutica…
Dinámica epidemiológica
El sistema inmunitario es básico en el mantenimiento de la homeostasis o homeodinamia (mantener la inmutabilidad y estabilidad del metabolismo).
Encontramos dos tipos de inmunidad:
- Inmunidad innata (es inespecífica y no induce memoria).
- Inmunidad adquirida (especificidad e induce memoria).
Podemos clasificar las vacunaciones en sistemáticas (cuyo objetivo es proteger a las personas y frenar la transmisión de la enfermedad) y no sistemáticas. Para que la inmunidad colectiva o estrategia vacunal correspondiente pueda aplicarse, deben darse cuatro condiciones: los postulados de Koch:
- El microorganismo infeccioso debe hallarse restringido a un solo huésped.
- La transmisión debe ocurrir principalmente mediante contacto directo.
- La infección debe producir una inmunidad de larga duración.
- La población debe tener un patrón de mezcla al azar.
De estas cuatro variables, la cuarta dice que la probabilidad de relacionarse o tener contactos entre los miembros de una determinada colectividad debe ser la misma. Esto obviamente es imposible, y así se reconoce, ya que cada uno de nosotros nos relacionamos a diario con un número reducido de personas, casi siempre las mismas.
Otra transgresión de las propias bases teóricas es que si uno de los presupuestos básicos de la inmunidad colectiva radica en que la enfermedad ha de producir inmunidad duradera, ¿por qué se vacuna sistemáticamente contra enfermedades que ellas mismas no son inmunizantes? Nos referimos a procesos producidos por meningococos, haemophilus, neumococos, virus gripales y bacilos tuberculosos.
El mito vacunal es que las epidemias han desaparecido o han sido controladas gracias a las vacunas y que carecen de efectos secundarios. Sin embargo, el doctor Marín, basándose en datos epidemiológicos de España, demuestra que no es así. Además, también recordó que recientemente han salido en los medios de comunicación médicos afirmando que la vacuna del papiloma es 100% eficaz. Esta afirmación no puede hacerse todavía, ya que tienen que pasar 40 años para saber cómo funciona una vacuna.
Sobre la cantidad de vacunas que recibe a lo largo de su vida una persona, recordó que hasta los 18 meses se reciben 30, y hasta los 6 años, unas 40.
Vacunaciones sistemáticas
El doctor Marín ha trabajado con datos obtenidos por él mismo del Instituto Nacional de Estadística desde 1901.
La DTP (difteria, tétanos y polio) es una vacuna combinada que se administra en la infancia.
Entre 1901 y 1965, bajaron los casos de mortalidad por difteria en España. En esos momentos no había cobertura de vacunas (no fue hasta 1975). Por tanto, el descenso no está relacionado con la vacunación.
En cambio, sí suben los casos de mortalidad por tifus y difteria en épocas de guerra. El elemento fundamental de la reducción drástica de la incidencia de la enfermedad fue la mejora de las condiciones de vida de la población desde las primeras décadas del siglo XX.
El tétanos es una enfermedad infecciosa no transmisible: una persona o animal enfermo no contagia a una persona sana. La bacteria causal, Clostridium tetani, está muy extendida en la naturaleza (en las heces de los animales y las personas, y su presencia es muy habitual en el suelo y la tierra, especialmente si ésta contiene restos orgánicos). Aunque desde sectores vacunalistas se relaciona el descenso de la incidencia del tétanos con la sistematización de la vacunación, los elementos más importantes que han intervenido en este descenso han sido la extensión y generalización de la higiene individual y colectiva y al predominio de las poblaciones urbanas sobre las rurales.
Por estos motivos muchas personas se preguntan qué sentido tiene vacunar a los bebés contra el tétanos, que pasan de la cuna a los brazos de los padres la mayor parte del tiempo. Parecería más lógico hacerlo cuando empiezan a caminar.
La tos ferina o pertussis es una enfermedad infecto-contagiosa de ámbito mundial que afecta a las vías respiratorias y cursa con una tos convulsiva en forma de accesos muy característicos que pueden durar semanas. En España, el descenso de la mortalidad por esta enfermedad fue del 99,15% en el periodo 1901-1965. No fue hasta 1965 cuando se empezaron las vacunaciones masivas con DTP. Evidentemente este descenso no puede ser atribuido a ningún plan de vacunación.
La polio es una enfermedad infecto-contagiosa de origen vírico. En los años 50 se disparó el número de casos de esta enfermedad, así como la gripe. Estudios realizados en EEUU ponen de manifiesto que el riesgo de padecer polio se incrementa significativamente tras la ablación de las amígdalas, tras la inoculación de la vacuna de la tos ferina, déficits inmunitarios, la malnutrición… En el caso de la polio el descenso de la incidencia y la implementación de los planes de vacunación en los países occidentales sí se solapan con el tiempo. Ahora bien, la vacuna oral se introdujo cuando la incidencia había disminuido significativamente en la mayoría de países europeos.
Triple vírica (vacuna contra sarampión, rubéola y paperas).
Entre 1901 y 1981, el 99,9% de casos de sarampión bajan en ausencia de vacunación. La mayoría de epidemias de sarampión, paperas y rubéola se disparan entre 1982 y 1985 con la vacunación.
En el caso de la enfermedad meningocócica, no existe vacuna contra la meningitis, ya que esta enfermedad está producida por virus o bien por meningococos, estreptococos… Por tanto, se vacuna contra el meningococo C, pero no contra la enfermedad en sí.
En 2006, un informe del Ministerio de Sanidad y Consumo recomendaba no vacunar sistemáticamente con la vacuna del neumococo (Prevenar). Sin embargo, poco después, los pediatras empezaron a aplicarla a pesar de las recomendaciones.
Vacunaciones no sistemáticas
En el caso de la tuberculosis, se disparó durante la Guerra Civil a causa de la situación de desesperanza y la falta de higiene. Esta vacuna (BCG) era obligatoria en Francia hasta hace poco. Sin embargo, se retiró recientemente cuando se publicaron las reacciones adversas que provocaba. Además, desde la propia administración sanitaria se afirma que en Barcelona se produjo un intenso descenso de las meningitis tuberculosas en los años que siguieron a la supresión del BCG.
Sobre la gripe estacional, en España han aumentado los casos de gripes con las campañas de vacunación.
Respecto a la vacuna de la hepatitis B, se ha visto que está relacionada con casos de esclerosis múltiple, y que los casos de fiebre tifoidea y escarlatina baja cuando mejoran las condiciones de vida.
Incluso, las enfermedades eruptivas en edad temprana son buenas porque hacen disminuir las enfermedades crónicas en la edad adulta.
La naturaleza del fármaco
El doctor Marín también habló sobre lo que contienen las vacunas: antígenos, mercurio, aluminio (una vacuna contiene 4.000 veces más de aluminio de lo que se permite que contenga el agua potable), ADN contaminante, virus, proteínas transformantes…
Además, hay reacciones inespecíficas, como son la hiperreactividad de mucosas, dando infecciones ORL (lo que en homeopatía se llamaría sycotización del terreno), atopia, asma, bronquitis… (el cuerpo responde ante estímulos que antes no tenía que responder).
A quien le interese profundizar sobre el tema de las vacunas, el libro de Juan Manuel Marín Olmos puede aclarar muchas dudas: ‘Vacunaciones sistemáticas en cuestión. ¿Son realmente necesarias?’. Icaria Editorial.
Sinopsis realizada por: Míriam Monteys (Terapeuta Naturista y Homeópata).